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Trepárboles

Silvio de oidas (III)

El mar se convirtió en aliento y ruido de fondo constante durante todo el trayecto. En aquellos atardeceres infinitos me dio tiempo de conocer algunas rutinas marineras y colaboraba siempre que era necesario / entendí en qué consistían algunos de los procesos y hábitos pesqueros / conocí demandas, críticas y quejas de los trabajadores de aquella flota pesquera / sin embargo no hallé en ningún caso coincidencias o magia, acaso casualidad, no obstante azar prístino de suave amargor, de fotografía en sepia...

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Una noche mientras paseaba por la cubierta conocí a un anciano que decía llamarse Sindo Garay en ocasiones, Chico Buarque o Rosendo Ruiz. No dejaba de referirse a él mismo utilizando distintos nombres de la Vieja Trova que posteriormente fui registrando a medida que iba recordando la conversación. Fue una de estas ocasiones en las que te sientes incapaz de asumir tanto conocimiento sabio. Y entonces fue cuando comenzó a hablar de Silvio como si fuera un joven de veintipocos años, me dijo que con su voz "desgarrada, aguda, y sincera" era una joven promesa. También dijo que no se creía eso de que iba a escaparse, porque era de los que creían en "la revolución de todos los días, la de levantarse sin rostro de cuento y la de acostarse sin rostro de héroe" decía. Aproveché para hacerle algunas preguntas claves con el fin de conseguir pistas que me llevasen a considerar este caso como una investigación Musicoalquímica, sin embargo el anciano consideraba esas preguntas de poco interés y cambiaba siempre la conversación hacia otro tema. Cuando le pregunté "¿existe algo en Silvio que no sea creíble o antinatural?" me dijo: "-!ay! ’helmano’ qué cosas me dise usté, no quiero hablar de magia ¡si aún no lo conozco lo suficiente!-". Fue justo en ese momento cuando la conversación se vio interrumpida por el chasquido del mechero.

Una vez consumido casi en su totalidad me ofreció unas caladas y se alegró de que las rechazase.

A la mañana siguiente, cuatro meses después de zarpar, llegábamos a ’Isla de la Juventud’ y me despediría del motopesquero Noriga-Yalp con la sensación del que se dejó olvidado algo pero no recuerda qué.


5 comentarios

Bahú Bamba Lelë -

mochu:: sabes que casi mucho todo te lo debo a ti, me copio lo que puedo.

flor de...:: hija! qué cosas tan bonitas me dices. Anda!, un abrazo de anís de mi parte.

Flor de.. -

Siempre me dejas con ganas de saber mas, me encanta esa sensacion..

Cierro los ojos y te veo en el motopesquero Noriga-Yalp con un hombre arrugado en frente, casi es una pelicula!

Un beso de mono!

mochuelo -

claro, cómo no: una fotografía en sepia no puede ser más que algo prístino...

veo un estilo que se va depurando, que coge forma y personalidad... me ha encantado esta tercera entrega...

Bahú Bamba Lelë -

Lo siento evam pero no permite imagenes...

Sobre la isla de la juventud te diré que antigüamente se hacía llamar la isla de los pinos, y que a Robert L. Stevenson le supuso una inspiración para recrear el lugar donde se hallaba el tesoro.

evam -

Isla de la juventud, un nombre bonito y falso para una isla.. espero saber más cosas de esa isla...